A lo largo de esta semana, los chavales de la mayoría de las comunidades autónomas regresan a las aulas. El resto lo hará la próxima semana. Las fechas aplazadas y las entradas escalonadas son también reflejo de la vuelta al cole más difícil.
Los docentes y los equipos directivos lleváis más días, incluso semanas, organizando todo para que las clases se den en las mejores condiciones de seguridad para todos. Metros, señalizaciones y mamparas están listas, tras muchos correos de ida y vuelta, con instrucciones y protocolos para la vuelta al cole.
Estamos obligados a nuevas prácticas para llevar a cabo lo que antes era cotidiano, desde repartir unas inocentes fotocopias hasta los ejercicios de pronunciación (mascarilla de por medio), pasando por las canciones de la flauta. Estos días, todo se hace cuesta arriba. Pero poco a poco se van disipando algunas incertidumbres, gracias a vuestro esfuerzo.
En este arranque tan duro, la máxima es evitar que el coronavirus entre en las clases. Sabemos que los profes vais a cuidaros y a poner toda vuestra energía en cuidar a los alumnos y alumnas. Pero os recordamos que no hay peores virus que el desánimo y la apatía. Por eso os pedimos que nos os dejéis contagiar. Proteged también vuestras ganas de enseñar y vuestra pasión por los alumnos.
Y a los niños y niñas o adolescentes que se reencuentran con las aulas y sus maestros casi seis meses después, otra dosis de lo mismo en la vuelta al cole. Que no se borre la ilusión del nuevo curso, a pesar de las dificultades. Y si la mascarilla os tapa la sonrisa, sonreíd con los ojos y la voz.
Junto al gel y al desinfectante, poned cada día unas gotas de ilusión. ¡Mucha suerte!
